Dia 32

Sábado 16 de julio. La lluvia sigue llegando, pero debería ser intermitente. Tenemos que canjear nuestros segundos cupones del JR pass, así que nos dirigimos a la estación de Tokio para hacerlo. Entonces, lógicamente, decidimos quedarnos en la zona y explorar el distrito de “compras elegantes” de Ginza. Pasamos un rato en varias tiendas, comemos en un restaurante chino y recogemos algunos sellos Eki por el camino. Para el resto del día, Samuel identificó algunas esculturas en el espacio público, y un parque para visitar en el camino. La primera es Young Clock Tower, una escultura realizada por Okamoto Tarō en 1970 para la exposición de Osaka. Se encuentra en el pequeño parque Sukiyabashi-kōen, un mini recinto verde en el centro de Ginza. Encontramos algunas otras esculturas al pasar, pero no las identificamos. 

Young Clock Tower

Desde allí nos dirigimos al Parque Hibiya, un parque de estilo occidental, pero que conserva elementos japoneses de forma muy clara. El parque Hibiya, que ocupa 16 hectáreas, tiene una rica historia: fue una finca feudal durante el periodo Edo (1603-1867), y luego un lugar de armas durante gran parte de la era Meiji (1868-1912). Hay algunos muros de fortificación y un foso remanente. En 1903 se transformó en el primer parque moderno de inspiración occidental de Japón. Hay muchos árboles de gran tamaño, entre ellos un ginkgo conocido como “kubi-kake ginkgo”, cuya edad se estima en unos 500 años. En el centro del parque hay una fuente basada en una grulla, el popular pájaro nacional que trae buena suerte. Hay una sala de conciertos al aire libre ubicada dentro del parque, y claramente hay un concierto hoy, escuchamos la música y vemos la cola para entrar, esto a pesar de la lluvia. En una esquina del parque, una pequeña colina en la que hay una copia de la Campana de la Libertad, una campana que se rompió durante la Revolución Americana y cuyo original está en Filadelfia. Un regalo al pueblo japonés de un grupo de empresas estadounidenses a sugerencia del general Douglas MacArthur en 1952. Es un símbolo de libertad. El propósito es recordar al pueblo japonés que es libre y que está en un país libre, y que esto debe ser apreciado. Tal vez sea hora de que Japón haga un regalo similar al pueblo estadounidense…

Desde allí encontraremos la escultura Nube de Leandro Erlich. Un paralelepípedo de cristal parece contener una nube, lo que le da un aspecto bastante bonito. Encaja perfectamente con los grandes edificios que lo rodean. Parece que la escultura se ilumina por la noche, así que quizá volvamos. Ya hemos caminado mucho, así que seguimos un poco más para ir a descansar a un pequeño bar de cerveza artesanal (no sin pasar por la estación JR local, en cuya plaza hay una vieja locomotora). A continuación, tomamos el metro y el tranvía hasta el festival de luciérnagas de Santagaya. Las luciérnagas se sueltan bajo una carpa para que los niños pequeños puedan verlas antes de irse a dormir. En los alrededores, es claramente una fiesta de barrio. Compramos algo de comida y volvemos a casa bastante cansados. 

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